Un poco más.

80 km/h, 90, 100, 120.
Una suave llovizna fulminaba el cuello del motociclista. Los grandes y brillantes ojos de un oscuro gato lo advierten de la siguiente curva. El motociclista dobla y no tarda en caer, deslizando su cuerpo sobre el mojado asfalto.
Sobresaltado, despierta Jeff. Un gato negro se lamía los pies junto a el mientras jugaba con su cola en un gran charco de sangre. Jeff se levanta y, dispuesto a comprar más peyote, levanta su motocicleta y parte.

Luego...

No tardo en darme cuenta,
salto, floto.
Y yo.
Tu mirada no cambia

Gran sorpresa.
Sí, lo veo.
Una puerta se abre
y se derrite
bajo la sumisión,
por el calor.
Sin cambiar lo opaco.

Me fío de las imagenes.
Pronto me pierdo
y leo el periódico
pero puedo verte.

Me seduce indiferentemente
y andrajoso,
vuelvo.
Sin razón