Pero todo sigue...

Bordeó rápidamente los árboles, avergonzada de su caminar.
Sus facciones se soltaron levemente con una sonrisa
- todavía me queda uno - susurró aliviada antes de que un joven se acercara.
Estaba mareada, los cánticos de unos fanáticos de fútbol, procedidos por bocinazos, retumbaban en su frágil cabeza. Las imágenes comenzaban a desbordarse febrilmente hacia el vacío. Rápidas hormigas cosquilleaban sus extremidades. Su ausencia, nimbada por una melancólica luz de farol, le suavizaba cálidamente su envejecido rostro.
- ¿Fuego? - repitió algo irritado el joven.
- gracias - contestó la mujer, depositando lentamente un cigarro entre las agrietadas comisuras de sus labios.