Cuando recuerde mentiras.

Entonces buscaré bajo un árbol
los ojos cerrados de un ángel
cuya confusión haga sentirme
vivo de nuevo.

No cuestionaré las afirmaciones.
Dejaré pasar los choques.
Taparé mis ojos
con velas rotas.

Y podré sentirlo,
el brillo de los pálidos rostros
acariciándome con sus imparciales
actitudes.

Pero seguiremos siendo sus manteles,
de nuevo deberemos quedarnos dentro
de una casa
que no es nuestra.