Soy



Soy esclavo de la soledad,
temerario no, temeroso,
interrogante del suplicio,
infinito clamor literario.

Suspiro de la malicia,
ahijado del lamento,
extremadamente sensible,
bulto de marinero sin descanso.

Soy pobre en objetividad,
argumento sin sentido,
melodía sin semblante,
disfrazado de aire.

Soy recuerdo sin memoria,
caballero de poca armadura,
padre de la impureza,
manipulador de ataúdes.

Soy un triste pordiosero
escoltado por angustias.

Espejo.


3

No encontré mi espejo, pero encontré una linda bufanda que puede que se vea bien, pero no la puedo comprar mas que por internet.

Y a cada día siento que dependo más, que pierdo mi identidad, que no soy una buena apuesta. Doy media vuelta y veo que tiemblo de miedo, que en realidad me quede atrás, que quien avanza no es mas que un lápiz, ¿No es gracioso?

Por favor, entiéndame usted, ya se que cree que no hay sentido, solo venga una vez, le mostraré mi tierra, mis hojas sin escribir, y usted se dará cuenta de que pronto todo tomará un sentido, que la eternidad se mezclará con el frío de su mirada, nítida despues de la lluvia. Le mostraré como se sienten los mortales, le mostraré cómo mi mano se ve desarmada, rota por mis pensamientos, y usted se convertirá en mí, y dejará la aldea de lo sublime, para chocar contra el reino de los hechos, pronto se verá ligado a todo esto, te llamarán reina de castilla, de aragón.

Me pregunto quién nos ha vendido, cuándo dejó la plenitud de brillar, cuándo comenzaron los castillos a ser diferentes, ¿Por qué ya no pueden entrar?

Tengo que recitarle al alba el dulce testamento que dejó el suspiro en aquellos días, cuando al alcanzar la copa de un árbol el deseo se cumplía.


Tengo la necesidad de entrar en cada particula de luz, y convertirme en movimiento, en velocidad, de seguro no estará la emoción de sentirse niño, pero encontraré la comodidad de encontrarme sentado en el esplandor de lo oculto, de aquel libro que nunca ha sido abierto, de la sensación de fantasía, pero que se mezcla con el miedo, quiero poder observar cada rugosidad que mantiene doblada la pureza de lo que queda de mundo.

De ojos morados.


Muéstrame como rompes las olas,
que dibujan tus viejos sentimientos,
perra, devuélveme la niñez.

De todas formas no lo quiero,
si, yo.

Llévame hacia la caverna
en donde violas a los fantasmas.

No quiero mujeres,
no quiero ver sonrisas,
no quiero espejos,
quiero una guitarra desafinada.

Tus ojos, porfavor.

Dáme la mano, pero córtate un dedo.

Fuck. Desármate.

Gran libro de carne,
me hace volar por el metal,
en medianoche, amarillo.

Me mira,
me mira através de un gato,
de ojos morados.

Ventanas roídas por tus letras,
ruego a dios, qué gorro.

Fumo camel mientras me tocas.